Conversación Persuasiva Parte 5: 2 herramientas para iniciar conversaciones
La conversación en la seducción es el fundamento, el eje de la interacción. Es imposible construir confianza, confort y conectar con las emociones sin habilidades de conversación. Hoy continuaré hablando de algunas estrategias que te permitirán desarrollar estrategias de aproximación a lo que significa estar en una conversación. Frecuentemente no sabemos de qué se trata conversar, no sabemos cuándo hablar y cuándo escuchar. Es algo que en muchos casos necesita un ojo atento, que aprenda al ver a otros, qué conozca la dinámica de una interacción social, pues bien, estoy seguro que esta serie de escritos será de ayuda.
Vamos a empezar hablando del principio 90/10. La razón por la cual la mayoría de conversaciones se atascan, especialmente las nuevas conversaciones, desde el mismo inicio es porque no se entiende el concepto de “proporciones” en una conversación. Es necesario tener en cuenta lo siguiente:
Cuando empiezas a conversar con alguien nuevo, especialmente alguien que no conoces todavía, van a ser tan fríos en sus cabezas como tú eras antes de iniciar la conversación.
En otras palabras, no sienten mayor motivación para hablar contigo, la razón fundamental son los nervios que implica la interacción con un desconocido, es algo natural. Cuando comienzas una conversación, ellos sienten algo parecido a: “Bien, yo tampoco sé qué decir tampoco. Me siento un poco incómoda(o).”
No es que se sientan incómodos precisamente, es sólo que su neurología no se ha “prendido” todavía. Es como un atleta que dice en la línea de partida “bien, hay que correr” cuando aún no ha tenido oportunidad de hacer ejercicios de calentamiento.
El principal reto que tienes es el de darle a tu interlocutor(a) la oportunidad de “prender motores” y arrancar.
¿Cómo se hace esto?
Mantente hablando: La regla es así de simple. Habla por ambos. De vez en cuando puedes mandar una pregunta aquí y otra por allá. No olvides las preguntas retóricas, que son preguntas que se hacen sin esperar respuesta. Por lo general es parte de un discurso con el propósito de hacer pensar al oyente. Suele expresarse como una afirmación expresada con forma de pregunta que se formula de modo que el (la) interlocutor(a) entienda el sentido de esa afirmación implícita. Por ejemplo, preguntar cosas como ¿no cierto?, ¿verdad?, ¿Sí o no?, ¿Por qué habrá personas tan desconsideras?
Luego hablaré de preguntas por sí misma. Pero en este momento lo que necesitas es involucrarte tanto en la conversación que las personas no se sientan amenazas por ti o por el mismo contexto de la conversación. No esperes que una primera conversación lleve a que tu interlocutor te hable de cosas demasiado trascendentales, profundas o personales, lo más probable es que no lo hará, porque aún su “motor verbal” está frío.
Mantenerse hablando de una forma animada, si proyectas una buena energía puedes ayudar a que los “motores” se encienda. Tienes que ponerle vida a lo que hablas, entusiasmo a través de tu voz y a través de los temas que tratas. Recuerda nuevamente: tienes que ayudar a la neurología de tu interlocutor(a) a que empiece la interacción. Una vez logras romper el hielo ya dejas de hablar y la otra persona empieza por sí misma a involucrarse con tus temas.
Recuerda, el principio 90/10 consiste en que tú inicias la conversación, tomas la responsabilidad y el control de ella la mayor parte del tiempo, el proporción 90 tú y 10 la otra persona. Conforme a avanza la conversación y el hielo se rompe la persona empezará a abrirse, a dejar los nervios y la ansiedad y te empezará a participar. En este punto tu comienzas a soltar el control y a bajar la proporción: 80/20, 70/30, 60/40.
No pienses que pasarás por un hablador, sólo piensa que tienes que ser un apoyo y dar una mano a la timidez/desconfianza de tu interlocutor. Ten en mente la siguiente creencia: estás haciendo algo genial por los dos, le ayudas a adaptarse y preparar su mente para la charla (lo cual demandará un tiempo) y te das la oportunidad de propiciar temas y controlar la situación.
El segundo es el principio de los sistemas de reconocimiento. Tienes que reconocer las señales que las personas te están enviando para saber si estás despertando la intensidad emocional necesaria, la energía correcta, y si los temas que tratas son interesantes, despiertan curiosidad y estimulan a tu oyente.
Es necesario utilizar los sentidos. Tus ojos y oídos serán tus mejores amigos, es necesario observar las reacciones y aprender a leerlas. La clave está en prestar atención, poder descentrarte de ti mismo y fijarte en el otro. Los peores conversadores son aquellos que no pueden dejar de pensar en ellos mismos mientras hablan con otra persona. Simplemente fíjate en la otra persona, desconéctate de tu propio ruido mental que te dice “¿será que lo estoy haciendo bien?, ¿será que voy por buen camino?”o peor aún esos mensajes fatalistas de tu propia mente que te dicen “mmm… se está aburriendo, soy pésimo en esto, qué aburrido estoy.” Concéntrate en sus palabras y en ver las reacciones emocionales del otro.
La cosa es simple, debes notar emoción, interés y curiosidad en el otro. Esas son las cosas que tienes que buscar, al buscarlas inevitablemente estarás poniéndole atención, al hacerlo estarás conectando. Muchos fallan porque al conversar no conectan. En las conversaciones TODO es sobre la conexión que creas.
Ahora bien, un pequeño apunte sobre qué hacer con la información que recibes:
Cuando comienzas una conversación con alguien o con un grupo de personas tienes que tener un grado mayor de energía que la de la persona o grupo con que estás.
La clave de esto es saber que no charlas sólo con las palabras que usas, sino que hablas con tu tono de voz, con tu volumen de voz, tu tono, tus inflexiones de voz y tu lenguaje corporal. Nunca deberías iniciar una conversación con las manos en los bolsillos o sin mover las manos. Lo que se busca con este principio es que tu “robes” un poco de energía de ellos, mas no ser aplastado por la energía de la persona o el grupo al que entras. Al tener un estado energético mayor darás una impresión más dominante así como más espontánea o divertida.
Y acá viene un punto interesante por el cual los tímidos son percibidos como conversadores difíciles. El tímido generalmente suscita tres primeras impresiones:
1. Que son inseguros, por lo cual no generan valor, de acuerdo a la forma en que lo definí en mi post previo.
2. Que son muy inteligentes, lo cual hace que los interlocutores piensen “mmm… no tengo ni idea qué decirle para que no me juzgue.”
3. Que son muy serios, lo cual produce el mismo efecto anterior, sumado al siguiente pensamiento “mmm… este tipo es muy serio, será mejor que me cuide de lo que digo no sea inapropiado”.
En los tres escenarios serás aislado si no muestras una energía divertida y relajada, donde ellos se sientan libres de ser quiénes son y hablar lo que deseen hablar.
Aprende a reconocer dónde está en nivel energético de las personas. Es necesario ser preciso, una cosa es el nivel energético de las personas en un bar, en un sitio para bailar, en una biblioteca, en un salón de clases. Sólo hay que calibrarlo para que sea un poco superior al que tienen las personas en el sitio, no tienes que llegar con el nivel de energía de una discoteca a abordar a alguien en un sitio más calmado. La clave es experiencia y más experiencia, la vida real te enseñará a calibrar estos niveles.
Por hoy basta. En el próximo escrito les mostraré algunos “iniciadores” de conversación, con los cuales podremos entender algunas vías o rutas para empezar a hablar con otras personas.
Que comience la cacería!
Hasta la próxima!