De la «sexualización» y otros demonios
Hoy quiero hablar de un tema que se ha vuelto común en algunas escuelas de seducción, y que desde mi punto de vista están llevando a sus seguidores a una serie de confusiones, simplificaciones y, en últimas, a que se sigan equivocando con las mujeres.
La historia comienza con una paradoja:
Hombre conoce a mujer, este hombre durante toda su vida ha sido introvertido, quizá tímido, y ha sido un tipo demasiado decente, demasiado conservador, quizá tradicionalista o con un temor al tema sexual que le hace que no lo toque en la conversación. Quizá sienta que será juzgado por la mujer, quizá sienta que no puede manejar tanta temperatura, y por ello se mantiene en terreno seguro, en un terreno fácil de hablar de la vida y sus temas excepto, por supuesto, el sexo. Y esta sido la estructura de conquista que ha utilizado este hombre durante toda su vida con las mujeres.
Las mujeres no lo sacan de la zona de amigos y se encuentra solo y deprimido.
Este hombre llega a la internet preguntándose “¡Maldita sea! ¿Pero qué carajos está pasando?”. En muchas páginas y escuelas le dicen “Pero tío, mira es que tienes que “sexualizar” (léase sesualizar). Es decir tienes que subirle la temperatura a la conversación con las mujeres, porque si no vas a seguir siendo un safao”.
Y listo.
Problema arreglado.
Aún no.
El pobre “tío” entonces entiende que debe llevar a las mujeres a excitarse con palabras “calientes” y se imagina la siguiente relación:
Calzoncitos mojados = Nivel de temperatura sexual elevado en la conversación.
De hecho, lo que le enseñan es que la cantidad de lubricación contenida por el calzoncito es directamente proporcional al nivel de la temperatura sexual en la conversación. Poco tema sexual en la conversación igual a calzoncito seco, mucho tema de la conversación igual a calzoncito demasiado mojado. Tanto que ya la tienes lista para el sexo.
Nuestro hombre sigue esta regla.
Pero algo pasa.
Resulta que las mujeres le toman por el lado equivocado y dicen “pero de dónde saca este tipo el tema sexual acá”, o “bueno y a qué viene esto”, o “pero este tipo todo le ve lo sexual, parece necesitado”. Claro, como ellas son discretas y decentes no te dan ese feedback en tu cara, aunque se te pongan a la par del tema de conversación y también le suban la temperatura.
La realidad es esta:
El nivel de deseo no está directamente relacionado con tu conversación sexual. De tal manera que puede haber deseo aunque no se toque lo sexual, y de otra parte, aunque se toque lo sexual puede no existir deseo.
No es como que prendo una bombilla y ya hay luz en la oscuridad.
No funciona así “tío”.
Nuestro pobre tio cree que por hablar de penes, vaginas, poses, verle doble sentido a los pepinos y bananos y jugar con las palabras va a lograr deseo (o canzoncito mojado). La realidad es que no.
Lo que la teoría de la llamada “sexualización” olvida es que antes de sexualizar debes conectar a un nivel emocional profundo y que luego puedes pasar a explorar el sexo, no como un tema de conversación simplemente, sino como una forma de expresión de esa emoción en la intimidad.
Ahora bien, míralo desde el otro lado: Si a ti te gusta una mujer desde el punto de vista sexual te aseguro que no te gusta de esa forma porque ella lo puso en una conversación, sino porque tu viste ese atributo en todo su ser y eso te generó deseo. De hecho, la conversación puede ser tremendamente infantil (hablar de Pepa y de los Minions) pero tu la ves y la sientes de forma sexual.
Lo que estos hombres entienden es que tienen que sacar el tema de “culo, tetas, poses, vergas” ante cualquier pretexto en cualquier situación e interacción. Y ves los muros de los foros y grupos de seducción repletos de esto, y las respuestas de las mujeres son o de seguirles la cuerda o de estar allí, no ves una interacción cargada de tensión sexual.
Por definición la “tensión sexual” es una forma de energía sexual que se siente en el ambiente aún cuando no está en la conversación o en el tema directo. Es una forma de deseo sexual que se siente en el aire fruto de dos personas que están deseándose mutuamente pero aún no lo ponen de manifiesto. La tensión sexual se rompe cuando o se consuma o se trae a la conversación.
Antes de “sexualizar” tienes que ser un hombre sexual y emocionalmente maduro. Como dije aquí, Pongo entre comillas la palabra porque no es una palabra que exista en nuestra lengua, y porque pienso que no necesitas «sexualizar» a alguien que ya es sexual por naturaleza. De lo contrario o serás visto como un niño que usa palabras de adulto, con el consabido asombro que eso genera, o serás visto como un adolescente calenturiento.
El problema es que puedes provocar el supuesto calentón subiendo la temperatura de tus palabras e incrementando el acercamiento físico, pero no con ello lograr el aumento del deseo en ella y la proyección natural de tu genuino deseo. Nuevamente le ponemos palabras raras a una erupción natural de fuerzas de la naturaleza que se encuentran y deciden explotar juntas.
En mi modelo de Seducción Inteligente la llamada «sexualización» es expresar tu deseo de forma adulta, no infantil (miedosa) o adolescente (miedosa y ansiosa). La forma adulta es enfocada, clara, directa y experimentada, lo que yo denomino «madura». El adulto asume su sexualidad, conoce cuáles son sus puntos más sexuales, maneja la picardía, el coqueteo, la insinuación y también el lenguaje directo.
Lo que nuestro hombre de la historia se da cuenta que con la charla “cargada de palabras sexuales” no logra nada, y su situación es la misma, no logra conectar profundamente con una mujer. Y este “tio” descubre que su tema es la capacidad con que él comunica su sexualidad de forma “no verbal” y la forma en la que conecta con una mujer.
Descubre que para ser sexual debe activar la coquetería (acá lo lees), una forma sutil de comunicar que es un hombre sexual. Sabe que debe aprender a moverse y hablar de una forma mucho más dominante y que debe dotar a su vida entera y a su presencia personal de atributos sexys. Descubre que debe preguntarse por el lugar que ocupa en su vida el sexo y trabajar sus creencias moralistas, religiosas o de censura para la misma y que con ello logrará desbloquear la expresión de la sexualidad en las interacciones y ser visto como alguien deseable.
Nuestro hombre de la historia descubre que antes no era que estuviera mal, y que puede usar sus capacidades de conexión para seducir, pero que simplemente el tema está en la velocidad con la que se mueve y en trabajar su “intención” y objetivo sexual sin enmascararlo como una amistad noble e inocente.
Nuestro hombre entiende que el sexo llega a una conversación de forma natural y no mágica para encender a una mujer, y que si la enciende es porque ella YA lo deseaba. Y aprende a hacer un cambio de velocidad completamente natural y fluido en una interacción llevándola desde lo emocional hasta lo sexual de una forma, si lo quieres llamar, absolutamente natural. Nuestro hombre aprende que antes de poner palabras o historias sexuales con esa mujer, ella ya lo había visto como alguien deseable.
Nuestro hombre aprende que el sexo no era el problema para que ELLA no se fuera a la cama con él, más bien aprende que el sexo era problema para EL y por ello su expresión era demasiado tímida, poco directa, demasiado lenta.
Nuestro hombre aprendió que aún hay un abismo muy grande entre “hablar de sexo” y decirle lo que quieres sexualmente a ella ¿Qué quieres qué te haga? ¿Qué quieres hacerle? ¿Cómo comunicas que quieres sexo con ella? ¿Cómo le dices que la deseas? ¿Cómo le comunicas verbal y no verbalmente que deseas tener sexo con ella?
Allí está el meollo y no tiene otra respuesta más que la conexión más la naturalidad. Conectarte, sentir el deseo mutuo y decirle simplemente lo que quieres, a qué la invitas y qué va a pasar.
Eso es lo difícil, lo fácil es “sesualizar tío”.
¡Es el momento de vivir una vida extraordinaria!
¡Hasta la próxima!
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