¿Debo confiar mis debilidades a mi pareja? Reflexiones sobre la confianza (y las debilidades)
Hace una semana escuché una afirmación bastante rotunda sobre la confianza y las relaciones, la frase decía así:
«Nunca demuestres una debilidad a una mujer»
Y esta frase me ha llevado a escribir este post en el cual busco clarificar algunas situaciones en las relaciones entre hombres y mujeres y, sobre todo, algunas interpretaciones que nos llevan a que, aunque estemos en una relación terminemos por aislarnos.
Las preguntas que estarían al fondo de la afirmación son:
* ¿Cuándo debería empezar a confiar en una mujer?
* ¿Cuánta confianza debo tener en una mujer que es mi pareja?
*¿Puedo confiar en mi pareja?
* ¿Qué cosas puedo confiarle a mi pareja?
Trataré este tema desde lo estratégico, pero también desde la profunda humanidad que implica una relación basada en profundas emociones.
Cuando empezamos a hablar con una mujer empezamos a depositar pequeños abonos de confianza, quizá le contamos detalles de nuestra vida, le referimos anécdotas, incluso podemos llegar a ciertos acuerdos basados en la confianza. Cuando nos volveremos a ver, dónde nos encontraremos y cosas logísticas por el estilo. Las relaciones, se supone, van avanzando en una confianza mutua, vamos abriendo nuestra historia, nuestra vida, nuestras emociones y nuestra intimidad a esa persona.
Así que en la pregunta de ¿Cuándo debería empezar a confiar en una mujer? La respuesta es que lo hacemos desde el mismo inicio de la relación, ahora bien, un error que cometen muchos es que despliegan toda su vida demasiado pronto, como si hubiera una urgencia emocional en descargar todo en la otra persona, esto no resulta ni saludable en lo emocional ni estratégico. No es saludable desde lo emocional porque nos puede hacer vulnerables demasiado pronto y sin haber conocido el carácter de la otra persona, es decir, estás invirtiendo demasiado en alguien que aún no se ha ganado esa confianza. Las razones para esto son varias: quizá soledad, quizá un periodo largo de aislamiento, quizá ingenuidad, o quizá un afán manipulador para que la otra persona se haga cargo de tu vida. Tampoco es estratégico, porque se resulta consumiendo la relación demasiado pronto, se termina cayendo en un apresuramiento que termina por agotar demasiado pronto esa relación o volviéndote en alguien predecible, donde ya no hay sorpresas.
Ambos escenarios son errores de novato.
La confianza es algo que se va desplegando paulatinamente, conforme vamos dándonos cuenta de que la otra persona es digna de confianza y conforme va pasando el tiempo. Muchas personas suelen ser extremadamente intensas en sus afectos, pero luego los retiran dejando al otro abandonado. Su entusiasmo es intenso, pero de corto aliento y terminan dejando relaciones de forma prematura, muchas de ellas corresponden a casos donde recibieron mucha confianza y les fueron confiadas cosas delicadas.
Con calma es mejor. El nivel de atracción no se incrementa si le cuentas toda tu vida de forma rápida. La confianza es el proceso de conocer paulatinamente a la otra persona. Es empezar a abrir la propia vida, pero debe ser hecho paso a paso, con prudencia.
Ahora bien, es importante para ello conocer el carácter de la otra persona. Pondré un ejemplo: imaginemos que no deseas una relación seria y que tu relación se basa en el interés, ella tiene un interés económico o social y tú tienes un interés sexual. Las emociones no son profundas y la relación se basa más en el uso del otro que el amor. Allí la confianza debería ser la justa para poder llevar la logística, es decir, una confianza de coordinación de eventos, lugares y personas. Allí no hay una confianza de emociones o de historia de vida y mucho menos de puntos débiles. La razón es que es una relación de otra naturaleza. Ciertamente hay muchas relaciones así, en la política, en los negocios o porque los une el deseo de influir en algo y la forma de hacerlo es con una relación superficial.
Aunque estas relaciones abundan, no son las relaciones que más satisfacción producen en lo humano. Estas relaciones son relaciones funcionales basadas en sexo, poder, influencia, pero no implican una dimensión emocional, de complemento. En ellas no hay una plenitud, muchas de ellas ni siquiera pasan por un enamoramiento, son relaciones basadas en un profundo egoísmo donde ambas partes acuerdan usarse mutuamente con beneficios egoístas.
Las relaciones de valor buscan el bien de la otra persona, se basan en el servicio y en la entrega total. Esta entrega total se consigue con el tiempo cuando la confianza acumulada es bastante y en este punto se llega al compromiso, que es una decisión de hacer de la relación algo exclusivo y de duración indefinida. La relación complementaria implica que ambas personas operan como si fueran uno, tanto en el plano íntimo como en sus decisiones. Las parejas unificadas tienen más éxito que las parejas que están divididas, es más, cuando la división llega a una pareja las posibilidades de ruptura se incrementan.
En este sentido, las parejas comprometidas pueden llegar a unificarse en muchos criterios, aunque cada uno conserve su individualidad, tome sus propias decisiones, pero tales decisiones van a favor de la pareja y no es su perjuicio. Cada persona como individuo puede tener sus secretos, zonas de su propia vida que no comparte con nadie sino consigo mismo. Y ello es lo que permite que siga siendo un individuo. No es obligatorio contar absolutamente todo de tu vida, sino aquello que deseas compartir. Todos tenemos escenas de nuestra vida muy privadas y es conveniente que se queden allí. Una persona saludable conserva su individualidad. Por otra parte, pueden haber escenas de la propia vida que resulten hirientes para la pareja, en este sentido opera la prudencia nuevamente como la aliada de la persona, que le ayuda a discernir qué debe permanecer para sí y qué debe permanecer para su pareja. Por ejemplo, puede haber cosas que la persona esté trabajando y que sólo lo sepa su mejor amigo o quizá un terapeuta, pero no su pareja, porque son cosas del resorte más íntimo de la persona.
Que tengas una pareja no debería anularte como individuo.
Ahora bien, hay debilidades de debilidades. Hay debilidades que son como tu criptonita, cosas frente a las cuales pierdes la voluntad o pierdes poder. Estas debilidades para que no se vuelvan armas contra ti mismo sólo las debería saber alguien de tu entera confianza y tras mucho tiempo de relación donde hayan vivido suficientes subidas y bajadas como para saber que esa persona está contigo. Evidentemente en una relación superficial estas debilidades no deberían ser compartidas nunca.
Pero hay otras debilidades, que son situaciones difíciles de la vida, donde te encuentras en una situación complicada, en ese sentido puedes compartir estas situaciones siempre dentro del marco de querer compartir algo y encontrar algún tipo de criterio en tu pareja. Si tu pareja no tiene criterio, cosa que puede pasar, porque quizá no tiene la formación específica para entender y dar opciones, puedes compartirlo sólo para que te escuche. Una relación no puede ser vivida si estás jugando a que siempre eres el fuerte y que nunca te pasa nada malo, porque lo que terminará pasando es que tendrás una relación falsa. La vida no es perfecta y las complicaciones surgen. La idea de tener pareja es que o pueda escucharte, pueda saber que estás preocupado o pueda ayudar.
La idea es que cuando comuniques una gran dificultad no lo hagas desde el punto de vista de una persona indefensa, que está absolutamente perdido, para ello es importante que tu mentalidad sea fuerte. Una cosa es que estés frente a algo incierto, otra diferente es que termines absolutamente derrumbado y que busques que tu pareja te arregle la vida. Este es un modo infantil de asumir el conflicto, donde el hombre se hace niño y su pareja no se siente su pareja sino su mamá.
Tu pareja no está allí para solucionarte la vida, y tú tampoco estás allí para salvarla.
Comprende que no eres un superhéroe, eres un ser humano con virtudes y defectos. Y resulta una pesada carga simular ser perfecto, entre otras porque a las personas nos atraen las vulnerabilidades.
Por último, si sientes que tu pareja te recrimina debilidades, o si sientes que no es digna de confianza o si ha traicionado tu confianza o si sientes que tienes que simular ser siempre fuerte pues esa relación carece de un componente fundamental y es la confianza y su pronóstico es reservado. Recuerdo una escena de la película Jerry Mcguire donde el personaje queda sin trabajo y pierde la casi totalidad de su cartera de clientes, se dirige a su prometida buscando apoyo y recibe de ella recriminaciones de debilidad, tal situación lleva a que el protagonista decida terminar su relación pues encuentra que está basada más en la competencia por el poder que en la verdadera intimidad emocional.
Espero que estas reflexiones ayuden a que tu criterio crezca.
¡Es el momento de vivir una vida extraordinaria!
¡Hasta la próxima!
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