Hay dos caras en las heridas vitales masculinas: la herida que tiene que ver con el valor. La herida del valor propio afecta directamente a la confianza, la autoeficacia y la seguridad.
La confianza tiene que ver con creerte a ti mismo.
La autoeficacia tiene que ver con creer en que puedes hacer ciertas cosas.
La seguridad tiene que ver con permanecer, con la sensación de una identidad sólida que te permite actuar, ser y estar en el mundo.
La confianza tiene que ver con ser fiable para ti mismo. No hay confianza cuando nos hemos fallado numerosas veces, cuando desconocemos nuestro mundo interior y nos sorprendemos con lo fácil que caemos y recaemos en vicios, con lo débiles que son los compromisos que establecemos con otros y con nosotros mismos. Tiene que ver con las infidelidades a nuestros propios fundamentos, promesas, valores. Tiene que ver por cambiar nuestro interior por baratijas: relaciones de poco valor, trabajos de poco valor.
La autoeficacia tiene que ver con la certeza de nuestra capacidad, sabemos que podemos hacer algo. Sin autoeficacia procastinamos y perdemos el tiempo evadiendo ciertas circunstancias, por ejemplo, aplazamos salir, exponernos, conectar porque nuestra autoeficacia es débil respecto a las relaciones. Aplazamos y evitamos un cierto trabajo en el que dudamos mucho que lo podamos hacer y por ello sufrimos cada parte del proceso porque pensamos que lo vamos a hacer mal, que recibiremos críticas, que nos dirán que estamos poco preparados. Es lo que muchos asocian con el «síndrome del impostor», sentir que eres incapaz de hacerlo, saber que los demás piensan cosas buenas de ti mientras que tú no las ves porque sabes que estás inmensamente sobrevalorado.
La autoeficacia tiene que ver con heridas en las cuales te han comparado negativamente con otros y estas comparaciones han venido de figuras de autoridad en tu infancia. También tiene que ver con padres demasiado exigentes que sólo deseaban perfección, padres excesivamente críticos que desarrollaron en ti una voz de constante comparación, de constante juicio y cuestionamiento, de constante búsqueda de estándares de excelencia que ves que otros logran pero que para ti son difíciles porque nunca será suficiente. Incluso si eres extraordinario no tienes una autoeficacia y cuando haces aquello en lo cual incluso eres bueno sufres una inmensa ansiedad.
La seguridad tiene que ver con tu posición frente al mundo, tiene que ver con estar centrado, con estar asentado en la tierra. La seguridad es estar bien plantado, no te mueve fácilmente una pequeña ventisca, no te mueve un terremoto, permanece tu identidad, permanecen tus valores, permanece tu criterio. Sabes lo que eres, defiendes lo que eres, compartes lo que eres sin temor, sin timidez, sin ser doble, sin ocultarte. Compartes lo que eres incluso cuando sabes que serás rechazado o que serás incomprendido.
La herida de la seguridad tiene que ver con no poder definir quién eres con claridad, con una excesiva dependencia de la aprobación de otros, con una temporada tener una identidad y otra temporada tener otra identidad, tiene que ver con cambiar de creencias y de valores de acuerdo al auditorio, tiene que ver con ser seguidor más que ser líder, tiene que ver con camuflar lo que eres para aparentar otras cosas. La herida de la seguridad tiene que ver con avanzar sólo si vas acompañado y protegido por otros, se suele pensar demasiado antes de dar pasos adelante. La herida de la identidad golpea la identidad ¿Quién soy yo? y también golpea el propósito ¿para qué estoy vivo? y los gustos ¿Qué me gusta en realidad?
Cuando se combina una débil confianza, una baja autoeficacia y una inseguridad profunda hay dos opciones:
* Un hombre adormecido y que descansa en la mediocridad, que conforme avanzan los años es incapaz de definir su identidad, se traiciona constantemente a sí mismo y no es capaz de afirmarse en aquello en lo que es bueno (porque usualmente nunca termina de descubrirlo)
* Un hombre que compensa y vive con una máscara de una seguridad que no le pertenece, copia a otros y vive las vidas de otros y allí encuentra una falsa seguridad, un hombre aparenta confianza y autoeficacia cuando en el fondo no las tiene, sobrevive mintiendo y ocultando sus inseguridades detrás de una personalidad orgullosa. Es un actor profesional.
Algunas preguntas para el crecimiento son:
1. ¿Qué tanto te cumples tus promesas?
2. ¿Cuándo vas a empezar a cumplir aquello que te propones?
3. ¿Cuándo empezarás a cultivas la excelencia en aquello que haces?
4. ¿Cuándo empezarás a gestionar la ansiedad, específicamente aquellos diálogos interiores de crítica, perfeccionismo y comparación?
5. ¿Quién eres tú? ¿Cómo te defines a ti mismo?
6. ¿En qué crees?
7. ¿Qué valores te definen?
8. ¿Cuáles son tus principios?
9. ¿Cuáles son aquellas cosas que no negocias?
10. ¿En qué vale la pena invertir tu tiempo y energías?
11. ¿Qué heridas has percibido en tu confianza, en tu autoeficacia y tu seguridad?
12. ¿De quiénes has dependido?
13. ¿Quiénes te suelen intimidar y dudar de ti mismo?
¡Es el momento de vivir una vida extraordinaria!
¡Hasta la próxima!
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Si deseas trabajar en tu identidad, confianza, autoeficacia y seguridad pregúntame por mis planes de trabajo 1 a 1, escríbeme a naxxxos@gmail.com
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